En 1924, San Petersburgo fue testigo de una inusual y memorable partida de ajedrez humano, en la que se enfrentaron los grandes maestros Peter Romanovsky e Ilya Rabinovich. Este evento, que se convirtió en un espectáculo singular, utilizó caballos reales y jugadores en lugar de piezas tradicionales, con miembros del Ejército Rojo representando las piezas negras y miembros de la armada ocupando el rol de las piezas blancas.
La partida se llevó a cabo en un ambiente festivo y, según se dice, duró alrededor de cinco horas. Este tipo de evento no solo buscaba entretener, sino que también tenía como objetivo promover el ajedrez como una actividad popular en la Unión Soviética, un país que valoraba profundamente el juego por su estrategia y habilidad.
La fotografía de este evento captura no solo la originalidad del ajedrez humano, sino también el espíritu de la época, donde el ajedrez se convirtió en un símbolo de inteligencia y competencia. Este tipo de actividades ayudaron a consolidar el ajedrez como parte de la cultura soviética, fomentando el interés en un juego que continuaría siendo un pilar del entretenimiento y la competición en el país.