En 1960, Coca-Cola llevó a cabo una ingeniosa campaña publicitaria en la Plaza San Marcos de Venecia, que dejó una huella memorable en la historia del marketing. Los vendedores esparcieron semillas en la plaza para atraer a las palomas, que se reunieron en grandes grupos, formando la palabra “Coca-Cola” con su presencia.
Esta estrategia creativa no solo capturó la atención de los transeúntes, sino que también aprovechó el icónico entorno veneciano, haciendo que la experiencia fuera visualmente impactante y divertida. La imagen de las palomas formando el nombre de la marca se convirtió en un símbolo de la alegría y la conexión que Coca-Cola buscaba transmitir.
La campaña es un ejemplo destacado de cómo la marca ha utilizado la creatividad para involucrar al público y dejar una impresión duradera, fusionando el arte del marketing con la belleza del entorno.