En 1865, las momias se ofrecían a la venta en las calles de Egipto, un fenómeno sorprendente y extraño para la época. Mientras que en la antigua Egipto la momificación era una práctica reservada para faraones y nobles, algunas momias de individuos comunes se preservaban naturalmente debido a las condiciones áridas de las tumbas.
La venta de momias en el siglo XIX se convirtió en una curiosidad turística y un atractivo para los coleccionistas. Aunque hoy en día resulta difícil imaginar quién podría haber deseado comprar una momia y con qué propósito, en aquel entonces existía un interés por lo exótico y lo arqueológico. Algunas personas las adquirían para exhibirlas en museos privados o como parte de curiosidades en sus hogares.
Este fenómeno refleja una época en la que el respeto por las prácticas funerarias y la dignidad de los cuerpos no era tan prevalente como hoy. Con el tiempo, la percepción sobre la conservación y el tratamiento de los restos humanos ha evolucionado, y actualmente hay un enfoque más ético y respetuoso hacia las prácticas culturales y la historia. Las momias, que una vez fueron objeto de comercio, ahora son consideradas importantes vestigios de la historia y la cultura antiguas.